lunes, 21 de marzo de 2011

Confesiones de un profesor... Las notas.

Me hice profesor por vocación. Ya desde los primeros años de carrera me imaginaba dando una clase de logaritmos (¿Por qué logaritmos? No lo sé. El caso es que, por los cursos a los que he impartido clase, todavía no he dado esa clase). Pretendía ser  para otros todo lo que habían representado para mí algunos profesores y no caer en los “estilos de enseñanza” de aquellos que no me aportaron nada.
            Ya desde las primeras clases me di cuenta de que tenía la enseñanza muy idealizada y que no estáis aquí (alumnos) para ponérmelo fácil. Bueno… Sois como sois y no creo que yo fuera  un estudiante modelo a vuestra edad. Por otro lado, tampoco es mi interés hablar aquí de lo mal o bien que está la enseñanza hoy día, eso es otra historia y debería ser contada en otro momento (Recomendación: leed “La historia interminable”. No es tan larga. Gracias, Michael Ende).
Hay muchos motivos para hacerse profesor (para mí, todos son buenos). Yo lo hice porque quería ayudar, pienso que es mi forma de colaborar con el mundo. De momento, sigo sintiendo que lo que hago en una clase os puede ayudar en el futuro, en la vida,  a pensar y tomar decisiones o, por lo menos, para que sigáis avanzando en vuestra formación (no me refiero sólo a los contenidos, pero también por estos). En muchos casos, parece que sois impermeables a todo lo que digo o muestro en una clase, pero sé que no es así. Lo sé por dos motivos: porque los profesores, en general, somos “muy pesados” y repetimos mucho las cosas y porque aunque yo también me resistí hay parte de mí que debo a mis profesores.   
Lo que es seguro es que no me hice profesor para poner notas, y mucho menos para suspender a la gente. Comprendo que es un mal necesario, porque de alguna manera hay que organizar la enseñanza para que tenga el mismo valor para todos, pero no por eso me tiene que gustar. Otra cosa es evaluar, no sólo me gusta sino que es necesario. Necesito saber en qué falla un alumno, de qué otra forma puedo saber qué necesita. Me gusta saber qué ha ido mal o bien para poder mejorar mis clases… Lamentablemente, tenemos que poner notas y aunque no os lo creáis en ocasiones se vuelven decisiones dramáticas para el profesor. Gente que sabes que se ha esforzado pero que no llega, gente que te cae bien pero que no se esfuerza lo suficiente o, por qué ocultarlo, aquellos que te han hecho la vida imposible y que al sumar… ¡Vaya, aprueban!  A pesar de lo que pueda parecer, las notas nos crean muchos quebraderos de cabeza porque sabemos que en ocasiones pueden condicionar vuestro futuro, sin embargo no podemos regalar las cosas. Eso sería sólo engañaros a vosotros, a vuestros padres y a nosotros mismos.

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